La Costa de las Galletas, cuento para la merienda
Después de
hacer los deberes en la Biblioteca, Paula Rubio del Cerro, Áurea Gómez Rey,
Marta Álvarez Gómez (3º Primaria), y
Lucía Amaro González (4º Primaria), me han ayudado a inventar un cuento. Tal
vez por ser la hora de la merienda, todo ha ocurrido en la Costa de las
Galletas....
Había una vez un niño que se llamaba Espinaco.
Le gustaban mucho los caballos y tenía uno muy grande y fuerte, Ador.
Un
día Espinaco decidió salir a pasear con su caballo pero, cuando se acercó a
buscarlo, se dio cuenta de que no estaba en el establo.
Pasaba
por allí su amigo Niscalito y le preguntó:
-
¿Qué buscas?
-
Estoy buscando mi caballo, respondió Espinaco. ¿Tú lo has visto?
- ¡Sí! Lo he visto en la Costa de las Galletas.
-
¿Dóndee?
-
En un lugar de la playa donde las galletas van a divertirse. Hay galletas rellenas de
crema que vuelan con sus alas de chocolate por el cielo. Hay bizcochitos rellenos
de fresa que navegan en sus barcos veleros hasta el faro y vuelven al caer la
tarde. En ese lugar, las galletas Doradas pasean por la arena, buscando una
piscina de mermelada de melocotón para bañarse.
-
Y ¿tú crees que por allí estará mi caballo?
- ¡Vamos a ver!, si tú fueras un caballo ¿no intentarías ir a la Costa de las Galletas?
-
No, porque Ador nunca se comería una simpática galleta que disfruta paseando feliz o navegando por la costa.
De
todas formas, Espinaco hizo caso a su amigo Niscalito, y fueron juntos a
la Costa de las Galletas para buscar a Ador.
Al
llegar vieron una magdalena en bañador, metiéndose en un pequeño lago de sirope de caramelo.
Y
de repente, allá a lo lejos, vieron a Ador.
- ¡Allí está mi caballo! - gritó Espinaco.
-
Ves, ¡te lo dije! ¡te dije que estaba en la Costa de las Galletas!
En
ese momento vieron a Ador salir del agua. Llevaba puestas unas riendas. Agarradas muy fuertemente, llevaba en su lomo un montón de galletas
rellenas de chocolate que se habían caído al agua desde un tazón de porcelana gigante. Las había salvado, porque se estaban
comenzando a deshacer en el mar de leche con chocolate.
-
¡Ador es un héroe! ¡Nos ha salvado! ¡Viva Ador! –gritaban las galletas.
Mientras
todos celebraban el alegre rescate de las galletas rellenas de chocolate, Espinaco
y Niscalito decidieron darse un baño en el mar de leche con chocolate surcado por pedacitos de Brouwnie y virutas de colores.
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