Regalos de Libros Nórdicos... para esta Navidad
La abeja Maya
Traducción de: Isabel HernándezIlustrado por: Ester García
Maya es una abeja muy especial. Quiere conocer el mundo y no pasar su vida recogiendo miel y llevándola a la colmena. Es pura alegría. Lo que más desea es conocer al ser humano, del que tanto ha oído hablar. Es tierna y algunas veces algo ingenua, pero su gran corazón le ayuda siempre a salir de los embrollos en los que se mete por su afán de aventura. Waldemar Bonsels Autor alemán, nacido a finales del siglo XIX. La abeja Maya es su libro más famoso. Publicado en 1912 con una tirada de un millón de ejemplares y traducido a veintiocho idiomas, se llegó a adaptar a la televisión en los años setenta, en formato de dibujos animados, con gran éxito
Jacob y Wilhelm Grimm
Blancanieves
Traducción de: Isabel HernándezIlustrado por: Iban Barrenetxea
En 1812 Jacob y Wilhelm Grimm publicaron en la ciudad alemana de Kassel un volumen que reunía los conocidos cuentos populares. Entre ellos hay uno especialmente conocido: Blancanieves. El personaje de Blancanieves está inspirado en dos princesas históricas: la baronesa Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal (nacida en 1725) y la condesa Margaretha von Waldeck (nacida en 1533). La edición que ahora publicamos es la original, sin censura, tal como la escribieron en un primer momento los hermanos Grimm. Ahora oímos un rumor que se acerca: «aihó, aihó…». ¿Os suena? Pues sí, son los enanitos de Blancanieves. Con la nueva traducción, de Isabel Hernández, y el impresionante trabajo gráfico de Iban Barrenetxea es la edición perfecta para redescubrir este relato clásico que ha dado lugar a numerosas versiones no siempre fieles al original.
Cascanueces y el Rey Ratón
Traducción de: Isabel HernándezIlustrado por: Maite Gurrutxaga
«Durante todo el día 24 de diciembre los hijos del consejero médico Stahlbaum no habían podido entrar en la sala principal y menos aún en el salón de gala contiguo. Fritz y Marie estaban agazapados en un rincón de la salita de atrás; el oscuro crepúsculo había hecho ya su aparición y sentían mucho miedo, pues, como solía ser habitual ese día, no les habían llevado ninguna luz. Fritz, susurrando en secreto, le contó a su hermana pequeña (acababa de cumplir siete años) que, desde por la mañana temprano, había estado oyendo ruidos, murmullos y suaves golpes en las habitaciones cerradas. Que no hacía mucho un hombrecillo oscuro había pasado por el pasillo a hurtadillas con una gran caja bajo el brazo, pero que él sabía de sobra que no era otro que el padrino Drosselmeier».
Así comienza el cuento clásico que Hoffmann compuso para los hijos de su amigo Julius Eduard Hitzig: Marie y Fritz, quienes, como señala la traductora, Isabel Hernández, en su epílogo, «no son solo niños, sino que como tales representan algo mucho más valioso y que es ni más ni menos la poesía romántica frente al mundo racional de los adultos».
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